¿De verdad son mejores las viejas pipas que las que se hacen en la actualidad?

¿De verdad son mejores las viejas pipas que las que se hacen en la actualidad?

Sobre este tema, se han escrito ríos de tinta, y probablemente haya tantas opiniones como coleccionistas, o incluso más, porque es posible cambiar de opinión sobre este tema (al igual que sobre casi cualquier otro) varias veces a lo largo de la vida.

Para conocer cómo están las cosas, es aconsejable leer el siguiente artículo de G.L. Pease. Un reconocido experto a nivel mundial.



Esa vieja pipa

Por G.L. Pease – 1 de noviembre de 2011

Cuando por primera vez cogí una pipa y, más específicamente, la perniciosa enfermedad conocida como "coleccionismo de pipas", fui instruido por una pareja de viejos canosos -queriendo decir con esto que en aquel entonces ya eran más viejos de lo que soy yo ahora- quienes mantenían que las pipas eran mejores tiempo atrás. Pacientemente explicaron al muchacho entusiasta de ojos abiertos como platos que en los viejos tiempos las buenas pipas se hacían de brezo prehistórico, por artesanos que adquirieron sus habilidades desde el útero materno y que las pipas modernas no merecen más atención que una copia de Starving Artist de “El hombre con pipa” de Cezanne comprada en el aparcamiento de un Home Depot a un tipo que vende lotes en el maletero de su Chevy. Fumaban satisfechos sus viejos brezos mientras me hablaban de los buenos viejos tiempos, de cómo desgraciadamente el buen fumar en pipa se estaba convirtiendo en un arte moribundo y que la verdadera fabricación de pipas había muerto, aunque no había tenido la dicha de ser enterrada, y la mala suerte que tuve al perderme la Era Dorada. (Apuesto a que cuando eran niños alguien les dijo algo parecido).


Uno de los “viejos” rechazaba de plano fumar cualquier pipa hecha después del comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Cuando le pregunté por qué, me dijo que era por la calidad de las boquillas. “Mira, es por esto” dijo sacando un viejo brezo ennegrecido y apestoso de entre sus dientes, señalando un pisadientes masticado que parecía producto de un proyecto fallido de tecnología de materiales, “esta vieja goma sabe mejor cuando se pone verde. Las nuevas no saben bien”. Desde aquella explicación he mantenido las boquillas de mis pipas pulidas y brillantes como el cristal. “¿Y esas cosas de plástico? Se rompen cuando las muerdes. Mira esto.” Lo hice, tratando de ocultar los síntomas de repugnancia. “Esta boquilla se hizo en 1909 y aún se puede usar perfectamente.” No le dije que me parecía que había sido sustituida. ¿He mencionado el hedor? Creo que además de las boquillas acrílicas, tampoco se hacían esas “novedosas” escobillas limpiapipas en 1909.


Con seguridad la posición de mi viejo amigo era un tanto excéntrica y ciertamente extrema, pero la idea de que las pipas hechas en los buenos viejos tiempos eran mejores que las actuales aún se mantiene, si bien de forma más moderada, por algunos de los que han estado en el mundo del brezo mucho más tiempo que yo. La cuestión sigue ahí ¿hay algo de cierto en la idea de que las pipas antiguas eran mejores?

Yo tengo algunas pipas muy antiguas en mi colección, siendo una de las más viejas una Prince de Dunhill de alrededor de 1918. Es una pipa absolutamente maravillosa en todos los sentidos. Está hecha con gusto y proporciona fumadas plenas y frías. Pero ¿es estupenda porque fue hecha cuando el brezo era “mejor”? ¿O es estupenda porque se ha fumado en ella durante décadas? ¿O es estupenda simplemente porque lo es?


Lo cierto es que, desde aquí, es imposible alcanzar cualquier conclusión racional sobre la afirmación de que “las pipas eran mejores hace cincuenta años”. A menos que de pronto tuviéramos acceso a un buen número de pipas sin estrenar de aquellos presuntos días felices, todo lo que tenemos para formar una opinión son anécdotas y pipas usadas y ambas cosas tienen sus limitaciones.

A lo largo de los años he tenido la oportunidad de estrenar algunas pipas antiguas, y ha habido de todo. Un par de bonitas GBDs de los 40 fueron bastante recalcitrantes, dando fumadas ásperas durante la primera docena de cazoletas o más, domándose un poco finalmente, pero nunca alcanzaron el nivel de “grandes fumadoras”, bien porque no llegué a fumarlas suficiente o bien porque su brezo no era un buen punto de partida. Por el contrario, una Parker de los años 30 fue brillante desde el comienzo. En medio de estos extremos una Charatan (no de gama alta) de los 50 fue bastante buena, pero tampoco de otro mundo. También he estrenado algunas pipas francesas, acabadas en tiempos relativamente recientes a partir de cazoletas talladas en los años 30, que han resultado entre muy buenas y excelentes. Pero no calificaría su sabor particularmente “mejor” que el de las mejores pipas de hoy en día. Hay bastantes más de las que podría hablar, algunas buenas, otras no tanto. Obviamente esto no es algo que se pueda asimilar a un estudio científico real. Mi muestra ni es amplia ni está seleccionada con un criterio, y cualquier conclusión que pueda emitir es un mero boceto, en el mejor de los casos. Pero si tuviera que emitir un veredicto, sin un verdadero soporte, sería este: Algunas pipas antiguas eran buenas y otras no. Conversaciones con varios coleccionistas, algunos de los cuales lo son desde mucho antes que yo, han dado como resultado la misma “no conclusión”.

¿Y las pipas de hoy? Aquí tengo bastante más experiencia de la que sacar conclusiones, así como historias de camaradas piperos y de toda la comunidad. He fumado en todo tipo de pipas, desde las económicas hechas en masa hasta algunas bastante exóticas de alta gama. Algunas han sido maravillosas, unas pocas han sido horribles y la mayoría han estado en algún punto entre aceptables y muy buenas. Estadísticamente puedo afirmar que algunas marcas han producido un mayor número de pipas de las que he decidido conservar que otras y que he tenido muy pocas malas experiencias con las elaboradas por artesanos que seleccionan cuidadosamente el brezo y prestan la mayor atención a los detalles que afectan a las características de fumada de una pipa. Así que algunas estupendas, otras no tanto; nada concluyente, otra vez.


Hay que decir un par de cosas respecto a las pipas usadas y por qué no podemos usarlas para comparar los méritos de las pipas antiguas con los de las actuales. En primer lugar, lo más obvio: Alguien hizo el duro trabajo de domarlas. Aunque me gustan las primeras cazoletas de una pipa nueva, estas nunca son las mejores. A medida que la pipa es domada, a medida que la madera se cura, absorbiendo los aromas y aceites del tabaco y desplazando los jugos que pudieran quedar de su cocción y curado, a medida que el culote empieza a formarse, una buena pipa se vuelve más rica, más fresca, más deliciosa. Dicho de otra forma, cuanto más se fuma una pipa, suponiendo que se haga correctamente, mejor se va haciendo. Pero hay algo más, posiblemente mucho más importante, a tener en cuenta.

Hace cincuenta años, cuando las pipas eran tan comunes como el propio sombrero entre los hombres, las fábricas compraban el brezo por toneladas y producían millones de pipas al año. Incluso hasta la década de los 70 muy pocos coleccionaban pipas; la mayoría simplemente las fumaba, llenándolas de tabaco, encendiéndolas, pitando hasta que se terminaban y así una y otra vez. Las pipas eran una herramienta y si la herramienta no funcionaba iba a la basura. Piénselo. ¿Dónde están esas decenas de millones de pipas hoy en día? Cuando compramos una antigua pipa usada estamos seleccionando de entre un inventario que ya ha sido depurado, que ha atravesado una purga de décadas. Las buenas han sobrevivido y han estado fumando durante muchos años, por lo que es probable que sean muy buenas, evidentemente. Veamos algunos otros factores.

Es cierto que hace cincuenta años había mucha más abundancia de buenos bloques de brezo maduro. Los fabricantes de pipas y cortadores de brezo me dicen, por igual, que es más difícil encontrar buenos arbustos, que son más difíciles de cosechar y que no hay tanta gente que se dedique a tan ardua tarea. Pero la demanda tampoco es tan grande como un día lo fue. Cincuenta años atrás había muchos pipafumadores y las fábricas torneaban millones de cazoletas al año para satisfacer la demanda. Dado el ingente volumen, es difícil imaginar, aunque solo estoy especulando, que el brezo pudiera ser seleccionado de forma consistente y cuidadosa, añejado y curado perfectamente y transformado con delicados instrumentos por artesanos altamente cualificados en pipas uniformemente estupendas. Ciertamente algunas fábricas ponían el mayor esmero en todos los aspectos de la producción, otras no tanto.


Hoy, con menos de 1,5 millones de pipafumadores estimados en los Estados Unidos, y las mayores fábricas torneando menos de 100.000 pipas al año, la demanda de brezo es mucho menor. Los cortadores de brezo pueden ser más selectivos y han desarrollado mejores técnicas y un mayor conocimiento de la madera. Los fabricantes también son más sensibles a la madera que utilizan y cómo la utilizan. Debido a los menores volúmenes, pueden seleccionarla más cuidadosamente y muchos han creado sus propios métodos de curado y añejado para obtener mejores pipas.

Adicionalmente los fabricantes actuales han aprendido de sus predecesores, y muchos han subido el listón respecto a cuestiones como la construcción del tiro, la geometría del hornillo, el rendimiento general e incluso la comodidad. Puedo decir sin titubeos que algunas de las pipas de fabricación más reciente de mi colección son iguales que cualquiera de las mejores que haya tenido, si es que no son mejores.

Por tanto ¿son mejores las pipas antiguas que las nuevas? Depende de las pipas y, probablemente, del propio fumador. De nuevo la misma no-conclusión.

Otra idea. Cuando se considera las pipas antiguas como “mejores” no podemos dejar de lado la influencia que aporta la nostalgia, especialmente con las usadas. Soy el primero en admitir que con frecuencia me veo transportado en olas de ensoñación, imaginando donde han estado esas pipas, quien ha podido fumarlas y cómo era el mundo cuando fueron hechas. Es una forma diferente de placer que, para muchos de nosotros, puede mejorar las experiencias objetivas del sabor y las características de la fumada. Viejas pipas, nuevas pipas -todas las buenas pipas llevan en su interior el potencial de convertirse en pipas maravillosas. Debemos tener cuidado con cierta clase de elitismo latente que puede ser promovido al aferrarnos a estrechas creencias dogmáticas. Haciéndolo, podemos perdernos algunas experiencias maravillosas y, lo que es peor, corremos el riesgo de excluir a quienes no lo hacen.

Una cosa es cierta, en cualquier caso; como mencioné en mi anterior columna, “Getting Acquainted” las mejores pipas son aquellas de las que disfrutamos tanto como para fumarlas con frecuencia y durante mucho tiempo. Las pipas nuevas, a través del uso y el paso del tiempo, devienen en pipas antiguas, por lo que el asunto podría ser debatido posteriormente. En cualquier caso, sospecho que dentro de cincuenta años habrá quien insista en que las pipas actuales son mejores que las que habrá disponibles entonces. Y me pregunto si tendrán razón.

En realidad no tengo la sensación de haberme perdido nada importante por no haber vivido la “Época Dorada” de la pipa. En mis treinta años de pipafumador y coleccionista he tenido la oportunidad de poseer y fumar un montón de pipas fantásticas, viejas y nuevas, y he amasado una colección de ambos tipos que me proporciona un inmenso placer. Hoy disfruto de la amistad de fabricantes de pipa de todo el Mundo y tengo pipas que han sido hechas específicamente para mi. Quizá la pipa media fuera mejor entonces, o quizá no; es interesante pensar en ello y discutirlo con nuestros camaradas, pero no hay nada que podamos hacer para cambiar el hecho de que el tiempo ha pasado y las cosas son diferentes. Sea cual sea la cara de la moneda en la que se encuentre hoy, encienda una de sus pipas favoritas y disfrute de la enorme amplitud de opciones que nos ha sido legada a través de las fuerzas combinadas de la larga historia del brezo y de la comunicación y el comercio globales. Es un gran momento para ser fumador de pipa.


En esta curiosa fotografía aparece Amu Haji, un ciudadano iraní famoso por ser el hombre más sucio del mundo, pues no se bañó jamás en su vida, además fumaba continuamente estiércol de camello en una vieja tubería metálica. Y a pesar de todo ello, murió a la edad de 94 años.


Así que no parece estar nada clara la respuesta a la pregunta del millón (de pipas?).

 

Porque el tipo ese no fumaba tabaco pero si estiércol que es caca? Que debe de saber a rayos ⚡️

 

Quién sabe? Me consta que en ocasiones los cigarrillos se adulteran con estiércol de caballo. Incluso hay un tabaco de pipa francés que se llama “merde de cheval”, mierda de caballo para quien no habla francés. Ahí lo dejo.

 

Que cosas...

 

Y si lo recuerdan o lo han leído por ahí, el olor o la sensación a "establo", es un olor o característica que es muy apreciada en los tabacos para pipa y en las características de los puros y los Habanos. Aunque para serles honesto, el estiércol es materia fecal llena de bacterias nocivas. Que se lo fume ese señor Amu, yo mejor abro mi lata de G. L. Pease Westminster.

 

Totalmente de acuerdo. No tiene nada que ver.

 

Si. Jejeje. Hay gente para todo. Desde luego.